Hotel Su Gologone. Una joya en la isla de Cerdeña, Italia.
- Los Días Simples

- 4 sept
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Sardegna es para muchos una joya escondida en el corazón del Mediterráneo. Esta isla italiana ofrece una combinación única de playas de ensueño en la costa esmeralda, paisajes montañosos, ciudades históricas y una gastronomía deliciosa para unas vacaciones en italia inolvidables.
Y en el medio de la isla se encuentra el Hotel Su Gologone, un verdadero descubrimiento que nos sorprendió sin que lo estuviéramos buscando.
Para mi fue llegar a un lugar mágico y sumergirnos en la belleza natural de Italia.
Está ubicado en el corazón de la isla, combina a la perfección la autenticidad de la cultura sarda con el lujo y la comodidad de un alojamiento de primera clase. es además un destino gastronómico excepcional.

Realmente es mucho más que un simple alojamiento; es un lugar lleno de historia y tradición. Fundado en 1967 por la familia Sartogo, este hotel boutique ha sido un destino popular para los amantes del arte, la cultura y la naturaleza durante más de medio siglo. Su Gologone está rodeado de montañas y viñedos, lo que crea un escenario impresionante para los huéspedes que buscan una experiencia auténtica y enriquecedora.

Se destaca por su arquitectura tradicional sarda, con sus paredes de piedra y tejados de terracota. Cada rincón está decorado con muebles y artesanías locales, creando un ambiente acogedor y lleno de encanto. Además, las habitaciones están diseñadas con un estilo rústico y elegante, que combina a la perfección con los paisajes naturales que rodean el hotel. Todas estas piezas que lo decoran conforman la colección de arte local más grande del mundo así que yo sentía que estaba hospedada en un museo con maravillosa historia.
El Hotel ofrece muchas comodidades y servicios para garantizar una estancia inolvidable. Tiene una piscina al aire libre que aunque me pareció un poco fría me enamoró con su vista, el spa me regaló horas de absoluta desconexión y bienestar que luego de 40 días de viaje fueron la experiencia más conveniente para cerrar las vacaciones. También tiene canchas, senderismo y paseos a caballo y bicicleta pero nuestra familia poco deportista prefiero el descanso y la gastronomía.

Una de las características destacadas del Hotel Su Gologone es su oferta gastronómica excepcional. Los restaurantes del hotel se enorgullecen de ofrecer una auténtica experiencia culinaria sarda, utilizando ingredientes frescos y locales para crear platos llenos de sabor y tradición.
El restaurante es el lugar perfecto para degustar la cocina tradicional sarda en un entorno encantador. Aquí podrás probar una variedad de platos típicos, como la famosa "culurgiones", una pasta rellena con una mezcla de quesos y hierbas aromáticas, o el "porceddu", un cerdo asado que es un plato emblemático de la región. Además, el restaurante ofrece una amplia selección de vinos locales para maridar con tus comidas.
Pero yo quiero hablarles sobre todas las cosas de sus experiencia culinarias en la naturaleza.

La primera que tuvimos fue la Cena en el Nido, y realmente me deslumbró, dejando la cara muy alta para todas mis futuras experiencias.
La cena en el Nido es una actividad única y romántica que ofrece el hotel en un espacio íntimo y privado ubicado en un entorno natural encantador, donde los huéspedes pueden disfrutar de una cena especial bajo las estrellas.
La cena comienza con un recorrido desde la recepción del hotel, en donde el personal más amable nos condujo al Nido, un lugar apartado del hotel, rodeado de naturaleza y tranquilidad.
Allí nos recibieron con una bebida artesanal, para dar inicio a una cena personalizada y cuidadosamente preparada por los chefs del hotel. El menú varía según la temporada y está compuesto por una selección de platos gourmet inspirados en la cocina sarda y mediterránea.
Durante la cena, estuvimos sentados en mobiliario artesanal y algunos grupos estaban ubicados en una especie de nidos construidos rudimentariamente con maderas y materiales naturales, rodeados de velas y luces suaves que nos iban preparando para un atardecer atómico en la cima de la montaña.
El menú estaba impreso sobre la mesa y el ambiente nos preparaba para las maravillas que estaban por venir.

Tenían mesas con antipastos y alimentos servidos con mucha creatividad, todo preparado con técnicas ancestrales.
Luego de esta parte de la cena comenzó a caer la noche, el cielo explotó y se lleno de estrellas y con ellas los platos fueron llegando uno a uno a la mesa, nos acompañaba una jarra de barro con vino local y las sonrisas cómplices de los comensales vecinos. Definitivamente no éramos los únicos cautivados por la puesta en escena.

Una cena que me sorprendió y alimentó cada uno de mis sentidos. Por siempre estará entre mis experiencias más memorables.
En la mañana nos despertamos dispuestos a disfrutar de la propiedad y el día comenzó con un desayuno abundante y variado que nos paseó por diferentes sabores de italia que no tienen comparación. Mientras comíamos yo viaje en el tiempo a mi infancia, porque la arquitectura de terraza del restaurant me recordaba las casas coloniales de Venezuela en las que construí muchos de los recuerdos que más atesoro.
Pasamos un día de total descanso descubriendo los rincones del hotel, incluso tomamos todos una siesta en la habitación para descansar de la caminada y cuando nos preparábamos para continuar el día nos sorprendieron tocando la puerta de la habitación con una variedad de dulces locales que nos alegraron el corazón a todos.

Más tarde esa noche reservamos para la Cena en el jardín de hierbas, solo por el nombre podrán tener una idea de lo que nos esperaba esa noche.

Esta experiencia también al aire libre fue en medio de los hermosos jardines y huertos del hotel.
Comenzó con un paseo por los jardines del hotel, donde pudimos aprender sobre las hierbas y vegetales que se cultivan en el lugar. Nos recibieron nuevamente con otra de las bebidas artesanales tan atinadas que ellos tienen para ofrecer y nos ubicaron en una mesa de madera verde en medio de ese escenario pintoresco, colorido y sensorial.

Todo el menú es vegetariano y está cuidadosamente diseñado para resaltar los sabores de la región y utiliza ingredientes de temporada para garantizar la frescura y calidad de cada plato.

El cariño en el cultivo y preparación de los alimentos se siente en cada elemento. La presentación no solo es hermosa sino generosa y tanto nosotros como los demás comensales nos sentíamos totalmente conectados con la magia del lugar. Era genuino y nos hacía feliz.

La cena en el nido de pan

Aquí pudimos observar cómo las mujeres sardas, vestidas con trajes tradicionales típicos, elaboran el pan con las mismas técnicas que sus antepasados y durante siglos.
Antes de entrar descubrimos el jardín de suculentas que es extraordinario, ya nos habíamos acostumbrado a la bebida tradicional de bienvenida y yo me sentía la más curiosa intentado adivinar con qué sabores son sorprenderian.
A esta cena fuimos en familia, y los niños disfrutaron tanto como nosotros todo el ritual y comida.


No sólo la locación está hermosa ambientada con diseño local sino la atmósfera que ellos logran recrear hace cada instante un recuerdo inolvidable.
Estábamos en un santuario dedicado dedicado a los distintos tipos de pan sardo, así que la cena transitó entre demostraciones, degustaciones y una gran variedad de repostería, panes, focaccia con verduras y hierbas aromáticas. Fue una comida feliz en familia.
Los postres y digestivos se sirven en la Terraza de los Deseos.
Pero cada noche después de las cenas nos fuimos al bar. Una terraza con cielo astronómico que comparte el espacio con la tienda de artesanía local Le Botteghe. Así que puedes relajarte, probar sus bebidas, comprar regalos y ver a las artesanas producir las piezas en sus propios talleres expuestos para que podamos disfrutar de una experiencia inmersiva total.
Nosotros nos hospedamos solo por tres noches y nos quedamos con muchas ganas de más, pero en mi próxima visita seguro voy participar el las clases de cocina, las catas de sus famosos vinos y los talleres de artesanía local.
En conclusión nuestra estadía en el hotel Su Gologone estuvo llena de comida y encanto.

Algunas recomendaciones:
El hotel está en el centro de la isla así que es indispensable rentar un carro para llegar desde el aeropuerto y para moverse a la costa.
Todas las experiencias gastronómicas y actividades son cargos extra y es indispensable reservar cuando se hace el check in porque especialmente en verano se agotan rápidamente.
La propiedad es enorme y a vale la pena recorrerla pero la mayoría de sus rincones maravillosos no son de fácil acceso para personas con movilidad limitada, aún así si van con niños en carreola o cualquier persona en silla de ruedas encontrarás área comunes que te van a encantar.





































































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